sábado, 19 de mayo de 2007

Pequeñas cosas que atan

Qué efecto tan agradable, o qué daño tan insostenible, se obtiene cuando se huelen las ropas pregnadas por el olor de sus dueños, dueños que ya no están en tu vida desde hace tiempo, años incluso, debido a una separación o una muerte o a saber… De repente abres la puerta del armario ropero y ahí está, su suéter preferido, sus guantes de lana o aquel abrigo viejo que tanto cariño lo tenía y que se puso casi hasta el mismo día en que desapareció. Hay mucha gente que vive junto a olores reminiscentes que le transportan a pequeños flases del pasado y que se encuentran encadenados a veces a conversaciones también: "Papá ¿porque no tiras ese abrigo que ya esta casi roído?" "Porque me gusta, hija, porque me gusta". Y ahí está, colgado en tu casa cinco años después de su muerte porque si lo tiras te sientes culpable de no quererle como él se merecía y eso si que no…, eso si que no. O las prendas de tu mujer, la que se fue con otro y te dejo plantado con todas tus cosas y con parte de las suyas, adrede esto último, sin duda, para que recuerdes el pasado que viviste con ella con olor a champan a shery o la colonia que usara a diario para tu seducción.
Qué efecto tan agradable, o que daño tan insostenible, produce el hecho de abrir el pasado cuando esta sin cicatrizar, usando como llave los olores de la gente que tanto y tanto nos importo.
"Carpe noctem somnum", aprovecha la noche para soñar.

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