lunes, 11 de junio de 2007

Agua pasada mueve molinos

Vas por la calle, la miras, te mira, os paráis y no sabéis bien qué decir, pues ya han pasado más de seis años desde que dejasteis vuestro noviazgo y nunca más volvisteis a coincidir. Enseguida la encuentras distinta, eso sí, como más mujer, y ella igualmente te encuentra con aire totalmente distinto al de ayer. Unos botecitos de lácteos para bebé que lleva en el interior de una bolsa de plástico y los treinta y tantos de años que ya debe tener, te hace suponer que seguramente ya habrá sido mamá; pero, extrañamente, no se lo quieres preguntar porque te hace daño saber la verdad. De vez en cuando, durante vuestra conversación banal, surgen silencios tácitos en los que os preguntáis qué hubiera pasado si no se hubiera metido por medio tu madre, la suya, tu tía o la vecina del quinto, quien fuera que destrozó aquella bonita relación, y al recordar ése asunto del pasado tan turbio, te hace mover la cabeza diciendo casi en voz alta: “Vaya por dios, vaya por dios.” Maria (o Lucía o Gabriela…) te enseña la bolsa con la comida del nene y te dice con lastimera sonrisa que se tiene que ir. Y tú la guiñas un ojo, como haciéndote el fuerte, pero roto en dos como el Titánic y queriendo morir. Y sin nada más que decir, excepto: “Toma, éste es mi número de teléfono por si algún día necesitas algo de mí.” “Gracias.”, te dice ella, sabiendo que a veces, sólo a veces, agua pasada sí que mueven molinos y a lo mejor si sale rana lo suyo se estudia tu oferta, te llama por teléfono y os volvéis a reunir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡soberbio como siempre, Jon! y yo te puedo decir que sí, que agua pasada si mueve molino..... y montañas. ¡vaya si las mueve!besos Macarena

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