sábado, 23 de junio de 2007

Dame una más y verás

A lo mejor si María no hubiera sido huérfana y hubiera conocido a sus padres, éstos no serían tan perfectos como ella se imagina que eran. Igual, incluso, hubieran sido unos malos padres y estarían todo el día borrachos como lo están siempre los padres de su amiga Esther. Aunque también puede ser que estaría en lo cierto y que fueran unos padres maravillosos, de lo cual se alegraría infinitamente, pues así la podrían ayudar con su matrimonio con el que ya realmente no sabe ni que puede hacer. Pues maldita sea la hora del “si quiero” y de las malditas palizas que sin ningún pudor le arrea a todas horas su marido. Y ni me pongo gafas de sol para tapar ojos morados ni maquillaje para corregir moretones, se dice, total, para qué, si ya todo el mundo cree saber que la culpa es de ella porque no le abandonó cuando todo empezó. Pero lo que nadie sabe –y peor aún-, nadie quiere saber, es que le tiemblan las piernas en cuanto le ve aparecer por la puerta de casa, con dos litros de alcohol ya bebidos y diciéndola cosas como: “Si tu de esta casa te vas –con gesto de cortarla el cuello-, ¡para tus hijos ya no estarás! Por lo que en cuanto le escucha subir patoso y ebrio por las escaleras que conducen hacia su casa, se coge rápidamente a sus dos niños de la manga, los mete en su cuarto, echa el pestillo y de ahí no sale hasta el día siguiente… “¿Veneno, para qué?”, le pregunta Maika la farmacéutica. “Es que se me ha metido una rata en casa –dice ella-, y me da mucho asco.” “No puedes matar a una rata que lleva los apellidos de tus hijos, Maria”, le dice Maika, que la conoce desde pequeña. “¿Necesitas dinero?”, la pregunta cariñosamente. “No, necesito matar a una rata, ya te lo he dicho” “Pues en eso ni te voy a ayudar ni voy a permitir que hagas tu nada, a si que…”
Desde hace un mes y medio, y por primera vez desde hacía años, María se ha empezado dar cuenta de que su marido se arregla y se perfuma más de lo normal. De lo cual se alegra, pues nunca pensó que la solución a su problema podría estar en que su marido se fuera con otra. Y mira tú por donde se ha enterado de que con quien tiene una relación es con una vecina conocida del barrio. Por lo que ya se ha hecho amiga intima de ella y le habla de su marido como si fuera la cosa más maravillosa del mundo, para que se enamore de él cuanto antes, se valla de casa y la deje por fin en paz. Y aunque sabe que no es ético hacer de casamentera y que su actitud raya lo inhumano, también sabe que es una salida mil veces mejor que la de echarle veneno en el café o la de que él llegue un día caliente a casa con su boca apestando a alcohol y la degüelle sin más. Y además, le importa un pimiento, se dice, si en el futuro se van a llevar bien o mal, pues para ella, cualquier mujer que le quita el padre a sus hijos pensando que le va a servir como un marido fenomenal, no merece ningún respeto a su juicio y a la mierda si le sale bien o mal. Por lo que en el futuro, cuaje su marido en esta nueva relación o no, ya sabe cual va a ser su plan.

A lo mejor si María no hubiera sido huérfana y hubiera conocido a sus padres, éstos no serían tan perfectos como ella se imagina que eran. Pero, aunque hubieran sido alcohólicos como los padres de Esther, en la situación en la que se encuentra, aun no pudiéndola ayudar, hubiera por lo menos podido contar con el apoyo de los suyos que esto sin lugar a dudas da mucha moral.

1 comentario:

Ana Hernández Guimerá dijo...

Mi niño, esta historia está muy bien traída y no sabes los malos recuerdos que me ha traído, pero compensados por la habilidad de María que me ha hecho sonreír.
Gracias por compartir.
He añadido tu enlace en mi blog.
www.aihg.blogstop.com
Besos blogueados

Share This

Recibe actualizaciones en tu Email