sábado, 7 de julio de 2007

El sustituto laboral

Entre los eventuales contratados en verano para reemplazar las vacaciones de la plantilla de una empresa, hay de todo, como en botica. Y están aquellos que se dejan llevar por su flema apática y piensan: "Va, para los días que voy a estar en este trabajo, ni doy un palo al agua ni me hago una lumbalgia cargando como un mulo con las cajas más pesadas del almacén." O si trabajan en una oficina, dirán: "Nada de desgastarme las retinas redactando mil informes en el ordenador, total, si en cuanto venga el que tiene la plaza fija me van a echar igual." Y también, afortunadamente, están aquellos otros que se dejan la piel en todo lo que hacen, bien porque esperan a cambio una buena recomendación o con la esperanza de obtener un segundo trabajo encadenado a este primero o, simplemente, porque no son unos vagos y punto. Pero "¡maldita sea mi Karma!", te dices, pues el que siempre te suele tocar, por lo general, es siega de la primera cosecha, de los que arrastran los pies para evitar el trabajo de caminar. Y cuando regresas de tus vacaciones y ves el marrón que te han dejado, sumado al hecho de que se acabaron tus días de bronceado en Cancún, te preguntas: ¿Pero cómo no voy a caer en un síndrome post-vacacional?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, de verdad.. me recuerda las acertadas viñetas de chumez. Un besote. escribana.

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