martes, 10 de julio de 2007

Harto de ser chico 'diez'

No sé por qué, pero siempre me ha dado la impresión de que el estudiante más brillante que había en cada clase que estuve y con el que en mi adolescencia topé, era probablemente el que más problemas personales tenía de todo el alumnado. Y pienso que esa obsesión por estudiar tan recalcitrante que había dentro de él, no era motivada por un deseo imperioso de querer saber, sino de esconderse en el estudio precisamente para no querer saber. No querer saber, quizá, que su carácter dúctil e introvertido le hacía ser un chico vulnerable y de patada fácil para los otros chicos que se reían de él o que sus defectos de estatura o de sobrepeso causaban mofa y befa a la vez o quizás esa obsesión fuera debida a ser el hijo de un matrimonio roto y buscaban así desconectar. Y siempre me los imaginaba escondidos bajo un flexo de luz que apuntaba hacia un libro cualquiera, absorbidos por su contenido y desinhibidos de todo problema exterior; mientras se sumergían poco a poco con autismo hacia un mundo que les llevó a ser los doctos cerebritos que hoy en día son. Seguramente hubieran cambiado con los ojos cerrados sus notas diez por los cincos raspados que sacaron sus compañeros de moda de clase, los que metían los goles, supongo... Un libro siempre encierra dos historias: la que cuenta y la que se guarda para sí de su lector. Probablemente dentro de esta segunda historia escondida, y que nunca se puede leer, se encuentren las desgraciadas adolescencias de muchos chicos diez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tema muy interesante el que tocas hoy. Precisamente estábamos tomando café, una pediatra, un psicólogo y moimeme -que vale tanto para un roto como para un descosido- cuando surgió un caso que habían tratado recientemente y que antes no se diagnosticaba.
Alguien dijo: estoy seguro que Chema tenía ese problema pero entonces no se detectaba... un niño diez en todo que se rompió en mitad de la carrera y ahora tiene un comportamiento huidizo frente a la sociedad, pero que ya entonces, ni entre sus amigos fué muy comunicativo.
Yo dudé pues conocí algo más a Chema y además cuando se empiezan a etiquetar cosas -aun para bien: un tratamiento efectivo- se corren riesgos de generalización. Pero sí es cierto que muchos niños superinteligentes, incluso un determinado grupo de autistas, lo que tienen es un grave problema para comunicarse tal cual son.
Las causas son múltiples y variadas... pero es un tema que no deberíamos dejar de lado.
La soledad no buscada ni comprendida atrae males mayores.
Besos, escribana.

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