domingo, 7 de octubre de 2007

No podemos escapar de lo que somos

Nunca he conocido a ninguna persona a quien no le gustara su forma de ser. Lo que siempre me ha llevado a pensar en que todos nosotros, al parecer, pecamos de un cierto narcisismo que nos ciega y que nos hace creer que nuestra personalidad es indudablemente mejor que la de los demás. Sin embargo, si que he conocido a infinidad de personas poco agraciadas físicamente que se quejaban de que sus defectos exteriores les impedían ser felices. Cuando pregunto a la gente qué es lo que cambiarías de ti, enseguida todos ellos enumeran sus prominencias o aberraciones físicas que les disgustan, pero ninguno de ellos me dice que desearía cambiar algo de su interior para que le ayude a ser una persona más sociable o comprensiva o inteligente (si es que no lo son), ya que dan por sentado de que están hechos por dentro de una pasta especial que les hace ser perfectos. Desde nuestra niñez hasta más allá de la veintena de edad, nos mostramos dúctiles y absorbentes como una esponja con todo lo bueno y lo malo que nos va sucediendo en la vida, con el propósito de aprender de ello e ir forjando nuestro propio carácter que, sin duda, será peculiar. A partir de los treinta, fecha perentoria, ya no podemos escapar de lo que somos, nuestro perfil psicológico está definitivamente creado, y, por ende, nuestras virtudes y defectos sumamente arraigados. Lo que significa que si una persona a esa edad se ha convertido en alguien responsable, sociable o empática probablemente lo será así para siempre, mientras que el vago, déspota o el agresivo tendrá inexorablemente ese final Por eso, a pesar de todo lo que se quiere la gente “perfecta por dentro” no se debería olvidar que los defectos de dentro son tan visibles como los de fuera, y a veces incluso más.

1 comentario:

Diana Puig dijo...

Yo personalmente no cambiaria nada del físico porque no tiene peso, yo soy así y punto, pero si que cambiaria alguna a nivel personal, estoy segura de que sería un poco más feliz, igualmente conocerse a uno mismo es eso, mirar los defectos que tienes, que te provocan estar a disgusto y hacen daño, sobre todo lo paga la gente que más quieres y te quiere. Intentar cambiarlos, es un camino duro, pero lleno de aprendizaje;

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