martes, 13 de noviembre de 2007

Libros y televisión, ¿para quién se hacen?

En el pasado se realizaron muchos debates entre escritores famosos para intentar esclarecer si existía un tipo de literatura destinada al género masculino y otra al género femenino o si ambas formaban parte del mismo estilo. Novelistas como Terensi Moix tenían claro que los libros escritos en clave visceral, cuyos contenidos eran poéticos o de amor, pertenecían a la literatura femenina, mientras que los de aventuras o misterio estaban escritos para el lector masculino. Otros como Francisco Umbral solían decir, con cierta rabia, que sólo existía un tipo de literatura “y lo demás son monsergas.” Al final todo quedó en duda razonable, a juzgarlo por el lector. Pero ahora volvemos a tener el mismo problema de ambigüedad con otro medio de comunicación: la televisión. La excesiva proliferación en este medio de telenovelas, programas de cotilleo o de moda que buscan siempre la máxima audiencia femenina, en comparación con los escasos programas de deportes o de películas que se transmiten para el gusto masculino, inclina siempre la balanza a favor de ellas. Las estadísticas dicen que la mujer lee más que el hombre y que es más asidua a ver televisión. Por lo que parece claro que, tanto en los libros como en la televisión, el género femenino ha sido creado seguramente para responder con la demanda de la mujer, su máximo consumidor.

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