martes, 25 de marzo de 2008

Morir con dignidad

Nadie debería tener que mendigar para que le suministren una dosis de Pentotal con la que poder acabar con su sufrimiento. Nadie. El caso de Chantal Sébire, la ex docente que padecía un tumor nasal degenerativo, ha reabierto de nuevo el debate de la eutanasia en Francia y, por extrapolación, en otros muchos países como el nuestro. Está claro que el derecho a una muerte digna no es más que pura palabrería, un derecho que ni jueces ni políticos se atreven a materializar. Una muerte digna no es morir matándose, sino que es más bien morir como ella lo decía: “rodeada de mis hijos, amigos y médicos, festejando el viaje antes de dormirme definitivamente al alba”. Quiera Dios que nunca nos veamos en su misma situación para que, encima, luego nos critiquen por lo malos que fuimos en vida por desear morir con dignidad.
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(pag 8)

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