domingo, 23 de marzo de 2008

¡Vaya programación!

Los espectadores de televisión hemos tenido que vivir durante esta Semana Santa un “Vía Crucis” casi tan malo como el de los filipinos esos que se han crucificado de verdad. La programación ha sido horrible. Las películas que se han retransmitido ya tenían veinte años hace veinte años. Moisés daba tanta penita-pena cuando salía en ellas, andrajoso, sobreactuando y en blanco y negro que, si no se le llega a haber aparecido Jesús para darle los Diez Mandamientos, le hubiera hecho el “mayor feo” que se le puede hacer a un amigo de toda la historia. Aunque de no haber aparecido, bien podía haberse justificado ante él diciéndole que estaba ocupado, ya que ha habido momentos en los que se le estaba crucificando al pobre hombre (con la misma peli) en tres cadenas distintas a la vez. En cuanto a las series que han dado, los adolescentes que salían en ellas probablemente ahora ya tendrán la edad suficiente como para poder disfrutar de los viajes del Inserso si lo desean. Eso sí, entre tanta programación antigua, te metían los anuncios de los patrocinadores, en los que podías ver el último cochazo que hay en el mercado o el novísimo ordenador portátil de apenas un kilo de peso. Programación antigua con patrocinadores nuevos: ¿eso no es hacer un poquito de trampa?
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(pag.7)

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