Hay algunas huelgas que se entienden mejor que otras. Las que están haciendo por toda Europa los transportistas y los pescadores debido a la subida de los combustibles son del todo comprensibles. Ayer escuché por televisión a un camionero que decía que se gastaba 1.200 euros a la semana solamente en gasolina -¡increíble!-, y que el mes pasado tuvo que compensar las pérdidas que le causó tan excesivo gasto con el dinero de su propio bolsillo. Los pescadores, por su parte, también se quejan de que salir a faenar les cuesta 750 euros al día en combustible -otra barbaridad-, y muchos ya están pensando en que sería más rentable dejar el pesquero amarrado en el puerto. La solución para este problema no parece ser nada fácil. La propuesta que ha hecho Sarkozy de rebajar el IVA de los carburantes no convence en Bruselas. La mayoría de los países de la Unión Europea creen que si se adopta esta medida se enviaría una mala señal a los países productores, que podrían encarecer un poco más el crudo. Da la impresión de que la falta de acuerdos e iniciativas nos llevará hacia lo de siempre: cada país de la Unión tendrá que sortear el problema en solitario adoptando la medida que le sea más conveniente.
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