¿Hay algo más triste que el hecho de que no te quiera tu patria? ¡Ésa por la que eres capaz de matar o morir en tiempos de guerra y por la que haces cuanto puedes para que prospere en tiempos de paz! Lo sucedido con los 101 inmigrantes que regresaban a Gambia en un avión extraditados por España, y a los que su país no les ha permitido entrar, es algo que lleva a reflexionar. En este país africano, donde la esperanza de vida es de 54 años y su nivel de pobreza alcanza el 85%, está claro que lo que menos quieren es que haya más bocas que alimentar. Aunque sean suyas. Los tratados de extradición que se hacen con países como Gambia carecen de validez si no van acompañados de generosas ayudas económicas. En España, desgraciadamente, cada vez hay más apátridas: inmigrantes que tiran por las aguas del estrecho sus pasaportes para confundir y poderse quedar, u otros que sí que los tienen pero que en sus países de origen no les desean repatriar. Como Gambia, una nación que pretende salir de la crisis olvidándose de los suyos. Sin moralidad.
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