Los rusos y los ucranianos han abierto por fin el grifo por donde suministran gas natural a Europa. Parece que las aguas han vuelto a su cauce en Moscú y en Kiev, o mejor dicho, los gases a sus conductos, y ya podemos disfrutar en toda Europa del uso de las calefacciones de gas natural, justo ahora que nos abandona la mayor ola de frio que hemos tenido en los últimos veinte años. ¿Alguien cree acaso que este hecho ha sido una casualidad? Acostumbrados como estamos a que nos metan el dedo en el ojo siempre que lo tenemos con conjuntivitis, no podemos pensar otra cosa sino que la ‘guerra del gas ruso’ ha sido creada en el momento más propicio para crear fastidio y poder reivindicar. Resulta irónico en este asunto, sin embargo, que el ladrido que los 27 países de la UE le han metido a Ucrania y a Rusia por su ‘guerra de gas’ haya sido mucho más sonoro que el que le han metiendo a Israel por la aventura bélica que está llevando a cabo en la Franja de Gaza. 800 muertos y sumando. ¿Nos importa más a los europeos el no pasar frío que el ver como asesinan a civiles inocentes? La respuesta es sí, nos quedamos con lo de no pasar frío. Sea como sea, esta megalomanía que sufrimos los europeos, y por la que nos creemos los dueños del mundo, no nos deja ver la realidad. Esa que dice que ni el gran Houdini sería capaz de atarnos de pies y manos de igual manera que nos tienen atados los países del este y también los árabes, debido a la excesiva dependencia que tenemos con el petróleo y el gas.
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