Me resultaría muy extraño imaginar a Zapatero o Rajoy en la capital de Bolivia dando un mitin electoral ante 5.000 españoles que residan en este país. Y mucho más extraño me resultaría imaginar que el presidente de Bolivia, Evo Morales, nos quisiera perdonar, sin más ni más, una deuda de 77,3 millones de dólares y 5,55 millones de euros. Sin embargo, por deferencia y altruismo -en este orden-, el Gobierno español ha querido tener estos gestos con el presidente de Bolivia. ¿O no? En un desayuno informativo del Foro Nueva Economía en Madrid, Evo Morales ha dado algunos detalles de por qué se le quiere tanto en España. Su país, junto con Venezuela, es uno de los más ricos en recursos naturales de toda Latinoamérica. Y hay empresas españolas que están muy interesadas en hincar el diente a los yacimientos de gas y de petróleo que hay en esta región. A esto también hay que sumar el ferviente interés que tiene el Sr. Zapatero por extraditar a los más de 170.000 bolivianos que viven ilegalmente en España. El matemático John Collins decía sobre la amistad: «Aceptar un favor de un amigo es hacerle otro». Cuánta razón tenía.
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