Los resultados de los comicios electorales de
Cataluña me producen un gran desasosiego. Me encuentro a oscuras ante el futuro
incierto que se nos avecina. Y me da la impresión de que el resto de España y
una buena parte de Cataluña se encuentran igual de abrumados que yo. Hoy, día
de resaca, han ido apareciendo los distintos representantes de cada formación
para resumir lo que pasó. Ninguno ha querido salirse de su guion. Y todos ellos
dejaron más preguntas que respuestas sobre lo que va a ocurrir a partir de
ahora. En los resultados, los porcentajes de escaños y de participación
discrepan. 72 escaños dicen «Sí» a la independencia frente a 63 que dicen «No».
Y en votos, el 52,2% de la población quiere seguir dentro de España y el 47,8%
no. Estos guarismos son tan difíciles de interpretar que, con razón, cada
formación hace con ellos la lectura que le interesa. Pero alguno parece tenerlo
claro. Oriol Amat, el número 7 de Junts pel Sí, ha declarado en una radio
alemana: «Esto va a acabar volviendo al Estatuto de 2006». Creo que el tiempo le
va a dar la razón.
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