Aunque soy un ateo confeso, me creo a pies juntillas uno de los principales dogmas de la Iglesia Católica, ese que dice que el Infierno existe. Pero no me lo imagino como el Clero lo pinta, sino como yo lo pinto y que es de la siguiente manera: El infierno para mí es estar con una grave enfermedad que te está provocando horribles síntomas que hacen que te retuerzas en la cama de dolor durante un día y otro y otro hasta que no puedes aguantar más y por fin mueres. Eso es el infierno. Y los médicos lo saben, por eso los que tratan a enfermos terminales intentan aliviar el dolor de sus pacientes con altas dosis de mórficos u otro tipo de sedantes, sobrepasando a veces el límite de lo permitido, lo que le lleva a más de uno a jugarse su carrera -y si no que se lo pregunten al Dr. Luis Montes, del Hospital Severo Ochoa, ¿se acuerdan de él? Estuvo acusado de 400 homicidios por sedación-. Este tipo de actuación, que nada tiene que ver con la eutanasia, siempre ha estado dentro de un limbo jurídico arbitrado con duros castigos. Hasta ahora. Como Zapatero de vez en cuando hace las cosas bien, pues esta vez, por lo visto, ya le tocaba y va a aprobar una nueva ley que se denominará «Cuidados Paliativos y Muerte Digna», que permitirá a cualquier ciudadano tener una muerte digna en caso de padecer una enfermedad terminal y, a su vez, dará garantías jurídicas al galeno. Mis felicitaciones al Gobierno por su empatía tardía. Y, si solucionan también el problema de los enfermos dependientes, prometo votarles en el año 2012.
http://www.estrelladigital.es/cartas/Muerte-digna_0_851314899.html
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