Con el primer mordisco, que sucederá pronto, acabará la ley que permite a las mascotas viajar en el metro de Bilbao. Y no lo digo en plan agorero, sino usando la lógica, ya que estamos hablando de un medio de transporte que va siempre atestado de gente que se empuja entre ella, se pisa, se tose, etc., durante su recorrido, y por mucho que se le diga a un perro «lo siento, le pinche con el paraguas sin querer» éste no va a ser indulgente y le va a propinar un tarisco en sus partes si puede. Los 30.000 euros que costó la broma de abrir el metro en Nochebuena se lo va a tener que pagar Metro Bilbao semanalmente a los damnificados. Luego está el tema de que se debe separar a los machos entre sí para que no se peleen. ¿Pondrán mamparas de protección entre unos y otros, o viajarán en vagones diferentes? El asunto de la higiene tampoco se queda atrás. Pretendemos que los dueños que permiten a sus canes que defequen y orinen por las calles de Bilbao se comporten de manera responsable en las instalaciones del metro. ¡Qué felicianos somos! Habría que hablar también de los que son alérgicos a los animales y de los niños hiperactivos que querrán que el guau-guau coma de su piruleta y luego ¡toma susto!… En fin, que lo siento, pero solo veo problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario