El Papa Benedicto XVI se ha convertido en un incómodo escollo que debemos de sortear si queremos encontrar una cura definitiva para el SIDA. En su última visita a África ha insistido en que la respuesta médica no es suficiente para acabar con esta enfermedad, porque el problema «es más profundo, es ético.» Y cuando dice ético se refiere a ciertos aspectos conductuales que las personas tendríamos que corregir. Por ejemplo, si practicásemos la abstinencia sexual y rechazásemos la promiscuidad el problema estaría resuelto, o casi, según su opinión. Su obsesión por lo moral resulta ser en este asunto del todo amoral. Se empecina con la idea de que los creyentes no debemos salirnos de los caminos inescrutables que marcan los evangelios -emulando ser clérigos, quizás-, rechazando los avances que siempre nos ofrece la ciencia. Es frustrante ver cómo un conductor de almas no transmite esperanza alguna a los más de 40 millones de infectados que hay en el mundo. Podría hablarles de retro-virales de última generación, de vacunas testadas que comienzan a ser efectivas o de tratamientos profilácticos. Pero no, prefiere hablar de pecado y de penitencia, como si todavía viviríamos en el Medievo.
http://www.estrelladigital.es/cartas/Papa-vs-Sida_0_1070293210.html
http://www.deia.com/2011/11/26/opinion/cartas-al-director/papa-vs-sida
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