Cada queja se ha de hacer en su momento. Y con la que está
cayendo en Cataluña veo bastante mezquino que los guardias civiles y los
policías nacionales que han sido trasladados allí para que se respete la Ley y la
unidad de España se anden quejando por cicaterías como: la inhospitalidad de
los camarotes del ¡ferry! en el que se alojan, que cobran 300 euros menos que
los policías autonómicos o que les han dado en Nochebuena espaguetis para cenar.
En otro momento, puede, pero ahora que estamos viviendo la crisis institucional
más grave de nuestra democracia, no es de recibo que estén día tras día quejándose
por bobadas. Aunque tengan razón, sus protestas están fuera de lugar. Les
degradan. A lo mejor deberían fijarse en los compañeros militares que se
encuentran en países de Oriente Medio jugándose la vida a 50 grados de calor,
durmiendo en tiendas de campaña, comiendo lo que hay y sorteando bombas y
yihadistas de verdad, de los que matan. Y de ellos solo se oye un reclamo: «¡Todo
por la patria!». Para concluir, me gustaría dar unos datos a los sindicalistas
del C.N.P y la G.C: El presidente del Gobierno cobra 86.000 euros, el de la
Generalitat 120.000; el ministro del Interior, a quien lloráis, cobra 80.000
euros, el Conseller de Interior de la Generalitat, 100.000. ¿Qué os parece?
La Razón / English / El Correo
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