Mi madre suele decir que el amor y el dinero son dos cosas
que no se pueden ocultar. A lo que, seguramente, también habría que añadir la
homofobia, un defecto -sin cura- que transforma en intolerante e inquisidor a
quien lo padece. El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, se dejó llevar
por sus moralinas religiosas en un coloquio sobre religión que tuvo lugar en
Roma y, mostrándose en tono ufano, soltó de perla su rechazo hacia el
matrimonio homosexual porque “no garantiza la pervivencia de la especie”. (Nada
mejor que echarse a la carretera y distanciarte unos kilómetros para mostrarse
tal cual eres, como diría aquél). Seguramente, de haber estado presente Darwin
le hubiera dado la razón, aunque también le hubieran aplaudido Hitler o Stalin
si hubieran estado de público. Y es que precisamente este es el problema: la
intencionalidad con la que se habla. El ministro esconde sus fobias
homosexuales tras argumentos de biología molecular que nada tienen que ver. La
especie, sr. ministro, seguirá perpetuándose per sécula seculorum a pesar de
intolerantes como usted, ya que como ocurre con la gallina y el huevo, entre el
hetero y el gay no sabría decir quién fue el primero.
(pag.12)
http://www.20minutos.es/edicion_impresa_ver/madrid/2013/03/05/
(pag.12)
http://www.20minutos.es/edicion_impresa_ver/madrid/2013/03/05/
No hay comentarios:
Publicar un comentario