El hundimiento electoral que tuvo el PP en las pasadas
elecciones andaluzas está creando una debacle sin precedentes. Rajoy ni está ni
se le espera para dar explicaciones sobre lo ocurrido -como siempre-. Cospedal
se queda, dice que todo lo hizo bien. Montoro ídem. Y los que fueron elegidos a dedo apuntan hacia el señor
Juanma Monilla -presidente del PP andaluz-
y le responsabilizan hasta de la muerte de Manolete. En fin, que pintan
bastos para el PP. Supongo que tendrán que buscar o inventar algún revulsivo antes
de que lleguen las próximas elecciones de mayo si quieren salvar de la quema aunque sea la mitad de los
muebles. Pero ¡ojo! que, puestos a criticar, igual de turbia se ve la situación
del PP que la del PSOE o la de UPyD. El
futuro tan nebuloso que está por venir me inquieta. Los partidos emergentes están
en ciernes. ¿Podremos contar con ellos para solucionar problemas como el de
Cataluña, Grecia o Gibraltar? Porque, si no es así, dentro de unos años nos
veremos obligados a repetir las últimas palabras que dijo Augusto: Acta est fabula, (la función ha
terminado).
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