La pela es la pela, nen. Y está muy bien eso de mirar
por el ahorro y la mesura porque del buzón ya sólo se recogen facturas. Pero
una cosa es saber administrarse y otra muy distinta es meter la mano en
bolsillo ajeno para hacerlo. Con el burdo pretexto de dar un mejor servicio, en
siete hospitales de Cataluña han instalado butacas reclinables para que puedan
dormir los acompañantes de los enfermos. Precio por noche: 5 euros. A esta ‘tasa
por hospedaje’ hay que sumarle las monedas que mete el paciente en la TV para
que funcione, se distraiga y no le vengan los demonios a la cabeza (antes
permitían llevar tele propia). Más el servicio de expendedoras: agua, 1 euro,
etc. ¿Qué desea una habitación individual? Pues pídalo usted por esa boquita
que se la dan. 80 euros. En estos usureros servicios, no incluye el agasajo o
la sonrisa del médico o la enfermera, pues nada tienen que ver, pero sí el de
los gerentes, encantados con los rendimientos. Esto, señores, no es copago,
sino que es una especie de privatización sanitaria a lo ma non troppo (de a poquito a poco), donde primero la
Administración avanza con un pie y gana cuando pone el otro.
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