No me hace falta que se pronuncie la Fiscalía de Valencia
para saber que los casi 300.000 euros que ha derrochado la alcaldesa Rita
Barberá, en supuestos gastos de representación, ha sido un flagrante dispendio
de recursos públicos. Con lo que está lloviendo de paro, de ahorradores
estafados, de Dependientes a los que les llega antes el óbito que la ayuda
subsidiaria, etcétera, que esta señora haya dilapidado semejante cantidad en restaurantes
de lujo o en regalos navideños -entre otros caprichos- no solo demuestra su
falta de sensatez, sino también de moralidad. Tampoco me hace falta que nadie se
pronuncie para saber que Compromís ha publicado en su web estas facturas
difamatorias contra Barberá con el único propósito de obtener algún rédito
electoral. La justicia les da igual. ¿Desde cuándo las tenían? Por último, y hablando
de justicia, no sé qué está pasando últimamente con los fiscales. Ya solo
actúan siguiendo el rebufo de las denuncias que han sido publicadas en los
medios. De su coleto no sale nada. ¿Estarán con astenia primaveral?
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