Una vez conocidos los resultados electorales, las
calculadoras de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez echan humo intentando sumar
apoyos entre distintas coaliciones para conseguir las llaves de la Moncloa. Difícil
lo tiene el primero y no digamos el segundo. Hace tiempo que Rajoy sabía que no
iba a obtener los 176 diputados que se necesitan para la mayoría absoluta. Una
coalición con Ciudadanos -el partido más afín- parecía ser la única solución
para formar Gobierno. Pero con lo que no contaba es que entre Ciudadanos y el
PP tan sólo iban a sumar 163 escaños. Y teniendo enfrente una marea roja tan
poco receptiva para los pactos puntuales, con ese número es imposible gobernar.
Por otra parte, Sánchez no lo tiene mucho mejor. Necesita sumar a sus 90
escaños los 69 de Podemos y, además, los de otras dos formaciones
independentistas si quiere ser presidente. El peaje a pagar sería, lógicamente,
dar luz verde a la consulta independentista de Cataluña -la del País Vasco vendría
detrás-. Un coste inasumible. Así las cosas, si no se produce un milagro, me
temo que en breve nos volveremos a ver en las urnas.
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