El mensaje navideño del Rey estuvo a la altura de las
circunstancias. Desde el comienzo de su discurso, el Rey quiso tratar el problema
que más preocupa ahora a los españoles, que no es otro que el panorama político
actual y su difícil composición para formar un Gobierno que sea estable y que
nos ayude a crecer. Las palabras «diálogo», «responsabilidad», «compromiso» y
«concordia» fueron el leitmotiv de su discurso. Las utilizó como el camino a seguir
para que se pueda lograr un entendimiento entre la «pluralidad política
expresada por las urnas». El Rey estuvo ejemplarizante a la hora argumentar el
por qué se debe respetar la unidad de España y nuestro orden constitucional.
Nos recordó que «la ruptura de la Ley, la imposición de la voluntad de unos
sobre otros españoles, solo nos ha conducido en nuestra historia a la
decadencia». Fue una lástima, sin embargo, que apenas reservara un par de
minutos para hablar sobre temas tan importantes como son el empleo, la sanidad
o la educación. Y como era de prever, se despidió recordando los atentados de
París y el drama de los refugiados de guerra.
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