Los de Podemos suelen quejarse por todo a todas horas. Forma
parte de su idiosincrasia. Pero tenían más razón que un santo el día que
enseñaron las uñas al ver que a sus 69 diputados les obligaron a sentarse en el
gallinero del Congreso de los Diputados. Siendo la tercera fuerza política, ni
siquiera los que no les votamos entendimos por qué los miembros de la Mesa del
Congreso fraguaron contra ellos semejante cacicada. No es que fuera ilegal.
Pero sí que es una de esas cosas que te hacen torcer el morro y pensar: «Mm,
mal empezamos». Si esto le hubiera ocurrido a ERC o cualquier otro grupo
independentista pequeño, seguramente permanecerían sentados eternamente arriba
en el gallinero observando de cerca los tiros de Tejero. Pero tal y como está
el patio, los 69 escaños de Podemos son decisivos para que se pueda formar un
Gobierno -aunque éste dure menos que una estufa de madera-. Por tanto, los
integrantes de la Mesa del Congreso se han vuelto a reunir y no les ha quedado
otra que acceder a las peticiones de Podemos: más visibilidad de sus diputados.
En fin, me alegra saber que este asunto se ha arreglado. Por lo menos hasta la
semana que viene.
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