El ninguneo al que Pablo Iglesias está sometiendo a Íñigo Errejón no sólo puede acabar con la dimisión de éste,
sino que incluso podría llevar al principio del fin de Podemos. Existe
demasiada efervescencia dentro de esta formación como para que puedan
prescindir de la moderación que aporta Íñigo Errejón y sus adeptos. Aun así, Pablo
Iglesias, sumergido en su rol de macho alfa, ha cometido un error
inconmensurable que traerá serias consecuencias al haber cesado al hombre de
confianza de Errejón, Sergio Pascual, como secretario de Organización. El líder
de Podemos insiste en que su destitución ha sido debida por su mala gestión. Pero
a nadie engaña con este argumento. Con su cese, Iglesias lo único que ha
pretendido es hacerse con el poder político de su formación. Ahora ya puede elegir
con quién y cómo se ha de actuar en estos difíciles momentos de investidura. Las
voces errejonistas que le pedían apoyar a un gobierno PSOE-Ciudadanos –absteniéndose-
han quedado neutralizadas. De momento. El silencio de Íñigo Errejon me da mala
espina. Y a Pablo Iglesias también. De no ser así, jamás le hubiera pedido a
Pablo Echenique ser el número tres. Un hombre de consenso con el que trata de
cerrar la crisis que él mismo ha creado.
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