La patronal y los agentes sociales no necesitan
del beneplácito de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, para negociar a qué
hora debe terminar la jornada laboral de un trabajador. Si hasta ahora no han
llegado a un acuerdo para que termine a la seis de la tarde, es porque los
empresarios consideran que esto generaría pérdidas en prácticamente todos los
gremios. El anuncio que hizo ayer Fátima Báñez en este sentido es pura
demagogia. Solamente los funcionarios cumplen con una jornada intensiva de
mañana, que, por cierto, no nos beneficia. Recuerdo cuando empezaron a poner
médicos de cabecera en horario de tarde y de un plumazo resolvieron buena parte
del colapso sanitario. Deberían haber aplicado esta misma medida en los
juzgados, en los ayuntamientos y demás instituciones públicas, ya que se
encuentran atoradas precisamente porque sus horarios son demasiados
restrictivos. Las demandas deben ser atendidas a la hora que se presenten. Sobre
todo si hablamos de empresas privadas. Bajar a destiempo la persiana lleva
siempre a la quiebra.
La Razón / English____________
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