«Entre EE.UU. y Corea del Norte algo realmente malo va a
pasar». Este pronóstico tan agorero es un pensamiento que se repite en mi
cabeza constantemente. La tensión que existe entre ambos países va «in
crescendo» cada día que pasa. A cada provocación que uno hace, el otro le
responde con una amenaza. Y aunque de momento los ataques que se hacen Donal
Trump y Kim Jong-un no pasan de las palabras, juraría que ambos tienen sus
manos a la misma distancia del botón nuclear. No es la primera vez que hemos
tenido que atemperar a dos líderes deseosos de emprender una guerra atómica. En
1962, el líder soviético Nikita Jruschov y el presidente estadounidense John F.
Kennedy nos tuvieron 13 días viviendo en un ¡ay! por la crisis que se desató a
cuenta de los misiles soviéticos en Cuba. Afortunadamente, aquello se consiguió
resolver porque ambos se mostraron receptivos a los buenos consejos que
recibieron de sus aliados. Sin embargo, estamos ante un escenario distinto. Más
peligroso. Donal Trump y Kim Jong-un son excesivamente imprevisibles y nada
influenciables. Ni la OTAN ni China van a poder frenarles si deciden entrar en
guerra. El hecho de que ambos no paren de mentar esa posibilidad, me dice que
la idea se les está enquistando. Este asunto me da mala espina. No va a tener
buen final.
____________
COMPÁRTELO:
No hay comentarios:
Publicar un comentario