Solo se me ocurren dos escenarios en los cuales el ejército tendría
que haber intervenido en Cataluña tras la declaración de independencia del ex president
Puigdemont. El primer escenario bélico se hubiera producido, sin miramientos, en
el caso de que los Mossos d'Esquadra se hubiesen declarado en rebeldía. Algo
que no sucedió porque, cuando llegó el momento de hacerlo, a los mandos de los
Mossos les faltaron arrestos. Dicho sea en román paladino: se arrugó el mayor
Trapero y sus acólitos le siguieron. Otro escenario –no descartable todavía– en
el que pudiera intervenir el ejército se produciría si en esta región se
declarase el Estado de Alarma. Tras la aplicación del art.155, da la impresión
de que Cataluña ha vuelto a la legalidad, de que los ánimos están atemperados y
de que, por fin, todo marcha. Pero, desgraciadamente, me temo que la aplicación
de este artículo solo nos ha dado una tregua temporal. Tras las elecciones del
21–D, si ganan los independentistas, querrán terminar lo que empezaron: romper
con España. Y lo harán tomando las calles, con tractores, con caceroladas
intimidatorias, con el cierre de autopistas, de vías ferroviarias, con la quema
de banderas de España... Por tanto, señores militares, sigan con sus maniobras,
con ojo avizor en Cataluña, por si se les reclama.
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