A día de hoy, más de 2600 empresas se han ido de Cataluña. Y
sumando. La inestabilidad política que vive esta región, como consecuencia de
las quimeras de los independentistas, está haciendo que la comunidad más
próspera de España esté a solo un paso de la quiebra. Literalmente. No ya por
las empresas que se van –y por el paro que ello conlleva–, sino por las
inversiones que han decidido dar marcha atrás justo cuando iban a cruzar
nuestras puertas. El último «gran éxito» de los secesionistas lo acabamos ver
materializado en el voto en contra que le han dado muchos países europeos a la
candidatura de Barcelona, ciudad que aspiraba albergar la sede de la Agencia
Europea de Medicamentos (EMA). De poco o nada han servido las gestiones
diplomáticas al más alto nivel para ganar votos. Se han movilizado desde el rey
Felipe VI, al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los ministros de
Exteriores, Alfonso Dastis, y de Economía, Luis de Guindos. Sin embargo, aunque
la capacidad de influencia que hemos usado ha sido grande, el miedo que ha
mostrado la UE a que la sede del Medicamento pueda estar en Barcelona ha sido
aún mayor. El 21-D, elecciones en Cataluña. Tomen nota de lo ocurrido. Todo
puede ir a peor.
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