En política rectifican los sabios… y los que están obligados
a hacerlo. A Mariano Rajoy no le ha quedado otra que recular en su propósito de
intentar colocar al ex ministro Soria como director ejecutivo del Banco
Mundial. La presión mediática, las críticas que han mostrado púbicamente
algunos varones del PP –como Valdeón, Herrera, Cifuentes o Feijoo–, la «estopa»
que le están metiendo los partidos de la oposición y un chivatazo de última
hora, en el que se le advertía de que Soria no pasaría la aprobación de los gobernadores
del Banco Mundial para obtener ese puesto, han sido los motivos por los que
Rajoy se ha visto obligado a desistir de su empeño. Desconozco si le ha llamado
por teléfono al Sr. Soria para que renuncie, pero dado que éste ha declarado
que lo hace «a petición de Gobierno y no por iniciativa propia», lo doy por
hecho. En cualquier caso, este asunto lo que pone de manifiesto es que Rajoy necesita
de inquisidores –internos o externos– que le ayuden a comprender que tapar y
premiar a corruptos, por muy amigos que sean, no es lo correcto. Este defecto
que tiene hace que albergue dudas. ¿Es
la persona idónea para presidir un Gobierno?
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